Los síntomas frecuentes de la enfermedad de Parkinson, como temblores, rigidez muscular, disminución o lentitud de los movimientos y cambios posturales, pueden provocar dificultades en la locomoción, el habla y, especialmente, la alimentación en los ancianos. Estas dificultades pueden conducir a la pérdida de peso y la desnutrición, afectando negativamente el estado general del individuo.
El cuidado nutricional juega un papel clave en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, ya que una nutrición adecuada puede mejorar el bienestar del paciente y prevenir las complicaciones derivadas de la enfermedad. Seguir una dieta adecuada puede aumentar la energía de un individuo y mejorar la eficacia de los medicamentos, lo que resulta en una mejora significativa en la calidad de vida